Existen días en los despiertas y la vida te envía señales para realizar una actividad con mucha insistencia, desde los anuncios para comprar vuelos a un destino o visitar un restaurante del que muchas veces has escuchado recomendaciones.
Eso me sucedió en repetidas ocasiones cuando al prender la televisión visualizaba noticias sobre las paradisiacas playas de Mérida, los índices de seguridad y el spam ingenioso sobre los precios de vuelos a ese destino. El único impedimento era la poca disponibilidad de tiempo que normalmente tenía debido a todas las actividades diarias.
En ese momento me di cuenta que tenía 2 años sin tomarme días libres y escaparme de la rutina. Me di cuenta que la vida era muy corta y que tenía que comenzar a disfrutar un poco más, le hice caso a ese banner con promociones de vuelos a Mérida, hice mis reservas y contaba los días para subirme a ese avión. Mi único inconveniente era que mi estadía era para un fin de semana, pero me asegure de planificar cada actividad para aprovechar al máximo mi estadía.
El día llego, me desperté muy temprano un 12 de marzo para tomar mi vuelo de la ciudad de México y alas 9:30 am ya estaba aterrizando en las cálidas tierras del Sureste del México. En estos días me hospede en el Hotel Diez Diez Collection que estaba ubicado muy cerca de la hermosa Avenida de Paseo de Montejo. Me enamore del hotel después de observar muchas fotos en Instagram y al llegar me enamore aun más al visualizar con mayor detenimiento la arquitectura del lugar, una combinación de texturas tropicales combinadas con la modernidad plasmada en espejos, materiales, tapices, entre otras cosas.
Ese día tome la decisión de disfrutar la ciudad, recorrer sus calles y disfrutar la tan deliciosa comida yucateca que había anhelado, así que tome mi sombrero, me coloque ropa vaporosa y coloque un poco de bloqueador solar en mi piel. Recorrí Paseo Montejo y me maravillé con la belleza de sus edificios, una serie de historia y armonía en sus detalles que eran dignos de muchas fotografías. Algo que quiero mencionar es la implementación de nuevas ciclovías sobre las vialidades, siempre son un paso para convertir una ciudad en sustentable y detener el incremento de la contaminación.
Una de las ventajas de mi ubicación fue la cercanía con puntos importantes de la ciudad, por lo tanto, me fue muy fácil recorrer el centro histórico. En esta zona halle muchos tesoros: Pasaje Picheta, la Catedral de Mérida, sus mercados con productos endémicos, esculturas y una cantidad de edificios que me hicieron transportarme a la época henequenera de Yucatán.
Después de caminar tanto decidí por fin degustar la comida yucateca y accedí a el Museo Gastronómico de Mérida. Mi sorpresa fue comer cochinita recién preparada con sus procedimientos originales, la cual acompañe con un cocktail que tenía como ingrediente principal la chaya.
Mi tarde fue muy placentera, después de la comida quise reposar en la deliciosa piscina del hotel y descansar para disfrutar la noche.
Para la cena hice una reservación en Micaela: Mar y Leña. El lugar era tal como lo esperaba y aun mejor, todo el tiempo me sentí como en casa y los platillos me fascinaron. Ese día fue maravilloso y descanse para recuperar fuerzas y seguir conociendo de Yucatán.
El sábado 13 de marzo me desperté muy temprano, tome las llaves del coche que rente para los siguientes dos días y coloqué el gps en dirección a la Ruta Puuc. El trayecto fue aproximadamente de 1 hora y media. Quiero mencionar que las fotos que aparecen en tu feed de instagram sobre Uxmal no hacen justicia a observarlos en tiempo y espacio.
Después de mi recorrido en Uxmal me dirigí a los siguientes sitios arqueológicos de Kabah, Sayil, Xlapak y Labná. Todos tienen una distancia aproximada de 15 a 20 minutos, son un poco más pequeños, pero aseguro que tu visita será inolvidable.
Al llegar a Mérida me dirigí a visitar el Mercado 60, un lugar en el que vas a poder encontrar una gran variedad de diferentes cocinas y el modo ideal en pleno centro de la ciudad. Camino al hotel disfrute de una tradicional marquesita a la orilla de Paseo de Montejo.
Para mi último día decidí relajarme en la preciosa playa del puerto de Progreso que se encuentra a 45 minutos de la capital. El malecón esta renovado y prácticamente sus instalaciones son nuevas, me tome unas preciosas fotografías, desayune unos deliciosos chilaquiles en Crabster y aquí me despedí del mar con una felicidad que proyectaba a kilómetros.
Tomé mi vuelo de regreso con todas las medidas de seguridad en el Aeropuerto Internacional de Mérida y al regresar a casa sentí una serenidad que tenía nombre: Yucatán.
Ahora no tienes excusa de realizar un breve viaje a uno de los destinos más bellos del Sureste de México. ¡Te seguro que no te arrepentirás!