Podríamos plantear muchas razones por las que Yucatán enamora a todo el que lo visita, pero también existe un gran número de personas que decide dejar huella en este maravilloso estado. Un caso muy notable es el del escultor Javier Marín.
El artista mexicano, nacido en Uruapan Michoacán tiene una trayectoria activa que rebasa los treinta años, ha expuesto de manera individual en más de noventa ocasiones, destacan su participación en el Museo delle Culture de Milán, Place des Martirs y Place Guillaume de Luxemburgo. También ha participado en más de doscientas muestras colectivas en México, Estados Unidos y Canadá, así como en varios países de Centroamérica, Sudamérica, Asia y Europa.
El trabajo de Javier Marín gira en torno al ser humano integral, valiéndose del análisis del proceso creativo a partir de la construcción y la de-construcción de las formas tridimensionales. Tomando la escultura y ahora incluyendo el dibujo y la fotografía como disciplinas centrales.
Al visitar Yucatán se dio cuenta de su gran riqueza cultural y natural. Con ayuda de su hermano, el arquitecto Arcadio Marín, fue creando una escultura habitable en medio de la selva; la cual se ubica en Sac Chich –que se sitúa en el municipio de Acanceh– en Yucatán.
Cuenta con un terreno de 50 hectáreas (con una parte que fue antes una hacienda henequenera), y fue creado con piezas precoladas de concreto; como un proyecto educativo y cultural de residencias artísticas que tiene una conciencia ambiental.
La monumental construcción tiene como concepto ser una especie de retiro espiritual para todo aquel artista que quiera y/o busque reflexionar, inspirarse o simplemente para crear y experimentar.
Para Javier era primordial tener el lugar ideal donde la contemplación fuera la fuente de inspiración principal. Por ello, la idea desde el principio fue construir un observatorio donde se apreciará la totalidad del horizonte de la planicie maya.
También busca conocer las condiciones culturales, sociales e históricas de las comunidades del municipio de Acanceh, para poder resolver problemas concretos con ideas creativas y artísticas. Este programa corre a cargo de la Fundación Javier Marín.
Plantel Matilde se divide en estas áreas:
-Piso superior: observatorio que ofrece una vista de 180 grados, del vasto terreno y toda su naturaleza.
– Nivel medio (a la altura del suelo): un espacio semi-cubierto con dos grandes corredores y columnas de diez metros de altura, dando una sensación de monumentalidad.
-Piso inferior (por debajo del suelo): las habitaciones para los artistas.
Actualmente el espacio cuenta con algunas obras del escultor, sin embargo, Plantel Matilde fue concebido para hospedar obras de carácter efímero y de esta manera, siempre estar en constante mutación. Esta obra termina siendo una declaración personal donde la arquitectura se torna una escultura habitable.
“Me interesa el vehículo que la escultura representa para acercarme a la gente que va a escuchar o tratar de entender o apreciar lo que yo hago. La figura humana es mi mejor aliado en eso. Creo que es una de las formas más identificables para cualquiera. Ejercer la libertad al máximo, la libertad que me da este trabajo que depende de mí, tiene que ver con tener la libertad de crear estos personajes que a lo mejor pertenecen a una raza fantástica.”
-Javier Marín
Los detalles en las esculturas de Javier son impresionantes; más que esculturas, lucen como cuerpos con vida y con alma. Es como si cada extremidad tuviera venas y sangre corriendo por ellas, lo cual provoca un gran entusiasmo en sus espectadores, quienes quedan maravillados con la maestría de las piezas y de sus miradas.
Javier Marín ha recibido diversos premios y distinciones entre los que destacan el Primer Premio en la Tercera Bienal Internacional de Beijing (2008) y la realización por concurso del retablo mayor y el presbiterio de la Catedral Basílica de Zacatecas (2010). En reconocimiento a su exposición itinerante De 3 en 3, la cual recorrió siete ciudades europeas (Pietrasanta, Milán, La Haya, Bruselas, La Baule-Escoublac, Luxemburgo y Roma), la Reina de Holanda le otorgó el título de Caballero de la Orden de Orange-Nassau (2009).
Javier Marín es, sin duda, una inspiración y un modelo a seguir. Sus piezas, además de ser fuertes, originales y hermosas, agregan valor a cada espacio en el que se encuentran. Marín nos hace sentir orgullosos, pues ha llevado el nombre de México a otro nivel con su arte.